Los olores que no son parte del pretérito destructivo y antidepresivo en que el número se perdió, son en realidad deliciosos. De perfecta finura y única categoría.
Es cierto que carezco de trabajo para esta nariz, pero cada vez que esta se acerca y permuta con el hogar, cuando la almohada se vuelve de Carne y hueso, el motivo de su existencia se hace gigante y se siente librado de todo mal que en el mundo -o en nuestros mundos- abundan. La exquisitez de su naturaleza se desata y me envuelve cálida y salvajemente, como capitán en su barco, como capitán y su marinero.
Pero lamentablemente soy parte de una tripulación que de la cual me excluyo. De una tripulación que de día es la mano derecha al buen humor pero de noche es rastrera y efímera. De una tripulación a la cual en un determinado momento descubriré y expulsaré de la borda, ya que no son parte de esta navegación infinita. Son como bichos pegajosos que se adhieren a todo lo que los pueda movilizar, gozando del viaje sin costo.
En fin...¡No me hagas caso! estoy ebrio. Me embriaga la leche materna.
"Dícese que las equivalencias son exactas y bien como se unen perfectamente, se dividen en partes iguales"
05/01/09 23:40
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