Luego del gran suceso, te veía caminar. Lo hacías despacio y con la frente marchita. ¿Quién lo pensaría de ti? Recuerdo que una vez me llamaste "Sucio" y me dijiste "Me transmites tu hedor, apestas". Me tomaste por sorpresa. En realidad, me tendiste una trampa. No sé como fuiste capaz de ser complice de mi muerte, a pesar de que aún tú no existías. Confabulaste con tu madre mi derrota. Creíste que el cobro se había hecho cenizas junto conmigo, pero no, te equivocaste. Al menos eso yo creo. Aún no termina todo esto, debes pagar.
Pero, a pesar de todo, seguiste consumiendo.
Acabar con todo, borrarlo todo, cortarlo todo, hasta incluso, bajar el arma, no es tu libertad mental; es simplemente quedarte indefenso. ¿Crees que todo ha terminado? Sinceramente por un momento lo creí. Quizá ya era hora de que seas libre, pero al parecer, recién comienza. Yo te lo advertí.
Serías tú quien cargue con mi consumo; y por eso yo te lo agradesco. Ibas a pagarlo todo, en el solsticio de nuestra vida moderna.
En realidad, simplemente apretaste un botón: El botón de la cuenta, de fin de servicio.
Te deseo buena suerte. Aunque igual da, es la misma...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario