octubre 25, 2010

Todos vuelven (2)

Era de noche y asentía; aceptando tragos clandestinos de bocas clandestinas. Las miradas de siluetas maquilladas se erguían cuando con la suya se batían. El olor, el sabor, junto con las sensaciones de extrañeza mal paridas, son cremas adustas y rastreras. Sólo basta inclinarse, hacer una seña y clavar la varilla: ¡Hemos llegado a tierras desconocidas!

De nuevo era de noche y asentía; tocando sus vástagos se reía... y que bien lo hacían. Ella humedecía sus labios, cerraba sus ojos y se vencía. El olor, el sabor de las manos amarillas, junto con las sensaciones de extrañeza mal paridas, son índole de sus más profundas alegrías. Sólo basta abrir la puerta, hacer una seña y hacer de la frente, una flor marchita.

Era aún de noche y asentía; vaciando sus fuerzas desde arriba... se derretía. Luego, la luz que entraba desde el diáfano del techo, desde sus ojos, parecía que se mecía. El olor, el sabor, el apacible sopor, junto con las sensaciones de extrañeza mal paridas, son recuerdos repetidos de una mente ufanada. Sólo bastaba cerrar la puerta, hacer una seña y alejarse cuatro días.


06/04/10 07:31

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