abril 20, 2009

Caí de rodillas...

¡No me aniquiles! ¡No me aniquiles!





Mientras jironeaba por los viejos pasajes negros, como dentro de una burbuja, tan solo recordando, con todas esas imágenes consecutivas cuadro a cuadro, algo hizo que esta burbuja explosionara y que volviera yo en sí. Era Héctor. Venía caminando fumando algo chiquito y gritando no sé que cosas, que rayos.



- Hey, muchachón ¿Qué sucede? Te noto enojado.
- Algo. Rayos, debo ausentarme por un tiempo. ¡Carajo!
- Calma mi amigo. Espera, creo que aquí tengo algo...a ver...listo. Toma. Inyéctate esto, te hará bien.
- Vale, gracias.
- Ahora cuéntame ¿Qué sucede?
- Hey, mejor me voy, cúbreme. Ya regreso.
- ¡Pues será todo un placer! Necesitaba estirar las piernas...
- Voy a estar pensando. Cualquier cosa pásame la voz. Bueno, en fin. Yo no sirvo para estas cosas.
- Es que tú eres muy dulcete muchachón. Bueno, Perfecto. No más no te cortes mucho en camino hasta allá.
- Hey, LA COCA NO HUELE A NADA.
- ¿Pero cómo? ¿Cómo no-- Ohhh (Risas) ¡Claro! Bueno, bueno. No digo más.
- Déjame que te grafique el tema antes. Mira esto es así...(etc)
- Sí, sí, sí, ya lo sé todo, hasta antes que tú. Te he estado observando.
- Bueno, nos vemos.
- Eso vale.





"Amoladora de dientes ¿Tienes miedo? ¡Hasta yo, sí!"





04/20/09 20:15

No hay comentarios:

Publicar un comentario