La nariz es el órgano del olfato y la entrada del tracto respiratorio. En el epitelio olfativo se encuentra la pituitaria amarilla, constituida por un grupo de células nerviosas con pelos microscópicos llamados cilios. Estos están recubiertos de receptores sensibles a las moléculas del olor. Hay unos 20 tipos distintos de receptores, cada uno de los cuales se encarga de una clase determinada de moléculas de olor. Estas células establecerán sinapsis con las neuronas de los bulbos olfatorios, que mandarán las señales al cerebro.
Se dice que el olfato es el sentido más complejo y menos comprendido por el ser humano. Muchas veces resulta ser muy útil y muy buen amigo, sobre todo cuando todo se torna oscuro y el remezón empieza a percibirse por el sentido colega.
Desde que me convertí en un ser invertebrado e invisible sabía que debía que dejar una herencia a la nueva generación, al prominente reemplazo que tenía. Entonces decidí dejarle la mejor herramienta de trabajo para que pueda ubicarse en la zona adecuada, saber donde pisar, saber lo que se aproxima, sentir la presencia de enemigos, sentir el espesor de la noche, sentir la estación del rojo profundo para quizás zambullirse en ella.
Todo huele y todo puede ser olido. Las personas, sus dependencias, sus intenciones, la ignorancia dulce, la inteligencia furiosa y hasta las palabras que crean. Un olor a nada es porque simplemente no hay olor, hay ausencia de algo. Es por eso que el olor es absoluto ya que cualquiera que pueda oler podrá ver lo mismo. No se puede ocultar y si se esconde se le puede desenmascarar, no como la verdad, que es intocable: Solo existe en la mente y conciencia de cada persona –y de cada cosa-. Es algo que no se puede quitar tan fácilmente.
Espero que esto te sirva y que lo sepas utilizar muy bien. ¡Pero úsalo! Si no, mi esfuerzo por afinarlo habrá sido en vano.
Sigue tu camino, yo de aquí te veo.
“No somos un niño y menos con un dulce”
03/15/09 14:13
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